Una polea forma parte de las denominadas máquinas simples. Está formada por una rueda móvil alrededor de un eje, que presenta un canal en su circunferencia. Por esa garganta atraviesa una cuerda, en cuyos extremos accionan la resistencia y la potencia.
La polea, de este modo, permite transmitir una fuerza y ayuda a movilizar un peso. Por ejemplo: “Los albañiles han instalado una polea para subir los materiales a la planta alta”, “Tendríamos que idear un sistema de poleas para poder mover estas cajas”, “Los bomberos armaron una polea y, de este modo, lograron rescatar al caballo que estaba atrapado en el pantano”.
Los elementos de una polea son la rueda (también conocida simplemente como polea) con una circunferencia en la que aparece el canal (que puede denominarse como garganta); las armas (la armadura que rodea a la polea y que tiene un gancho en su extremo); y el eje (que puede ser solidario a la rueda o estar unido a las armas).
Cuando las armas quedan suspendidas en un punto específico y no experimentan ningún movimiento de traslación, se habla de una polea fija. En cambio, si las armas se mueven verticalmente durante el uso, la clasificación corresponde a una polea móvil.
Las poleas también pueden actuar de modo independiente (polea simple) o en conjunto con otras poleas (polea combinada o polea compuesta). El diseño más frecuente de la polea compuesta se conoce como polipasto: en este caso, las poleas se reparten en dos conjuntos (uno móvil y el otro fijo) y en cada conjunto se instala una cantidad arbitraria de poleas. De acuerdo a este mecanismo, al grupo móvil se le une la carga.
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